WASHINGTON.-El Partido Demócrata ha apostado por primera vez por un hispano, Tom Perez, para que guíe su camino por la travesía en el desierto que abrió la victoria republicana tanto en la Casa Blanca, con Donald Trump, como en el Congreso, donde los conservadores mantienen la mayoría en las dos cámaras.
El nombramiento del candidato apoyado por el establishment del partido como nuevo jefe del Comité Nacional Demócrata (DNC) es un guiño a la diversidad que los demócratas quieren seguir abanderando.
Pero también muestra que la formación no es capaz todavía de romper totalmente con las estructuras que la dejaron en la oposición y buscando cómo recuperar el voto de los trabajadores y el campo que, en noviembre, le dieron en parte la espalda y respaldaron a Trump.
Los sectores más sanderistas habían apostado por su rival, el congresista afroamericano y musulmán Keith Ellison.
No obstante, el propio Perez parecía consciente de la necesidad de hacer una señal al sector del partido derrotado pero más capaz de movilizar a las bases. Nada más ser confirmada su victoria en la sesión de voto celebrada en Atlanta (Georgia), Perez propuso que Ellison fuera elegido como su número dos, algo que fue aprobado por aclamación.
Perez incluso le dio la palabra antes de tomarla él para presentar su visión de futuro para el Partido Demócrata, que se basa, subrayó una y otra vez, en la “unidad” de toda la formación ante los desafíos de la era Trump que, agregó, requiere un cambio de mentalidad y actuación en la formación que ahora dirige.
“Tenemos que afrontar los hechos, sufrimos una crisis de confianza y de relevancia, y necesitamos una directiva que no solo pueda dar batalla ante Trump, sino que también produzca un cambio de cultura en el Partido Demócrata”, afirmó Perez.
Una elección muy disputada
Al puesto aspiraban ocho candidatos, aunque uno, Pete Buttigieg, alcalde de South Bend (Indiana), se retiró justo antes de que comenzara la votación este sábado. De todos modos, la batalla estaba centrada sobre todo en dos: Perez, el exsecretario de Trabajo de Barack Obama, estaba considerado el candidato del establishment, apoyado por el entorno de Hillary Clinton. Su máximo rival era el “rupturista” Keith Ellison, un legislador afroamericano por Minnesota y el primer musulmán elegido en el Congreso estadounidense, que estaba respaldado por la corriente más izquierdista del partido abanderada por los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren.
La dirección del DNC estaba vacante desde que en julio, en vísperas de la Convención Demócrata que coronó a Hillary Clinton como candidata presidencial, tuvo que dimitir la hasta entonces jefa del DNC, Debbie Wasserman-Schultz. La plataforma WikiLeaks había publicado unos correos electrónicos internos —según EEUU robados por Rusia— que revelaban el intento de la cúpula del partido de boicotear la candidatura de Bernie Sanders a la Casa Blanca y favorecer a Clinton.
Múltiples retos en tiempos de oposición
El nuevo jefe del partido, que habla un español fluido, tendrá que decidir la estrategia para volver a ganar la confianza de los votantes. El primer objetivo nacional son las elecciones legislativas de 2018 que podrían permitirles recuperar una de las dos cámaras del Congreso y, así, tener un mayor contrapeso ante la Casa Blanca de Trump.
Cuenta en su contra con el desconcierto que sigue asolando a un partido que no vio venir la derrota de noviembre y que, desde entonces, ha seguido apostando en cierto modo por el mismo continuismo: en diciembre, la veterana Nancy Pelosi, de 76 años, se volvió a imponer como líder demócrata del Congreso frente a la candidatura alternativa de Tim Ryan, de 43 años y procedente de Ohio, uno de los estados que dio la espalda a los demócratas.
A su favor sin embargo, Perez tiene la ventaja de que su elección pone fin al proceso interno que volvió a tensar las fibras del partido y puede así concentrarse en el futuro. Y los demócratas afrontan esta nueva era alentados por las múltiples protestas que desde la inauguración de Trump han provocado el resurgimiento de los movimientos ciudadanos que esperan poder reconvertir en votos en la próxima cita ante las urnas.
Perez, de 55 años, es hijo de inmigrantes dominicanos. Antes de asumir la cartera de Trabajo en la segunda legislatura de Obama, el abogado de derechos civiles oriundo de Buffalo, estado de Nueva York, trabajó como responsable de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia, desde donde lideró investigaciones tanto sobre los intentos de algunos estados por restringir el voto de minorías como conductas discriminatorias. Entre otros, fue el responsable de la demanda contra el polémico sheriff de Arizona Joe Arpaio, némesis de los indocumentados y entusiasta seguidor de Trump.
Este sábado, en su discurso final antes de la votación, Perez había puesto su vida como ejemplo de las posibilidades que ofrece EE UU y abogó por que el Partido Demócrata vuelva a ser considerado el artífice de esos sueños. “Somos el partido que convierte las dudas en sueños, somos el partido de la inclusión y la