Uruguay es tierra de fútbol y el deporte del balón se vive desde los extremos en este pequeño país de «sólo tres millones de habitantes».
La fabulosa producción de delanteros que ha tenido a lo largo de su historia siempre ha sido igualada, y superada en muchos casos, por la fama que generó su juego desde la época dorada del fútbol celeste, cuando ganó dos medallas de oro y conquistó el primer campeonato del mundo en 1930.
«El Gran Mariscal» de ese equipo fue José Nasazzi, capitán y figura, quien es considerado uno de los mejores defensas en la historia del fútbol sudamericano.
Luego sucedió el Maracanazo en 1950, cuando los tantos de Juan Alberto Schiaffino y Alcides Ghiggia sirvieron para adornar a la gran figura del «Negro Jefe» Obdulio Varela.
Su famosa frase de «los de afuera son de palo» ha sido reflejo de la imagen que transmite el fútbol uruguayo hasta el presente, la garra que lo identifica.
Al hablar recientemente sobre los estereotipos en BBC Mundo, los periodistas consultados no mencionaron los goles de Luis Suárez ni Edinson Cavani, sino la forma en que el jugador uruguayo lucha en cada partido, de su entrega, de ser el defensa ideal para «salvar a la Tierra en un partido contra extraterrestres».
Si la lista de grandes marcadores en el pasado incluye a nombres como lo de Julio César Montero y su hijo Paolo Montero, Hugo de Léon o Diego Lugano, en el fútbol actual la imagen que representa la garra uruguaya es Diego Godín, el capitán de la Celeste y del Atlético de Madrid.
Los elogios
La semana pasada el sitio oficial en internet dedicado a la Liga de Campeones de la UEFA, el organismo rector del fútbol europeo, se preguntó si el central uruguayo podía ser considerado el mejor defensor del mundo.